jueves, 21 de octubre de 2010

El eterno retorno de la burocracia asesina.

La burocracia buscará aplastar toda “insubordinación”. Desde el disconformismo hasta la huelga más justa. La burocracia se ha asociado firmemente a las patronales, bajo la hegemonía de los monopolios y el imperialismo y defenderá tenazmente esta asociación patentizada en el pacto social. Podrá propiciar “denuncias” o “reajustes” pero la “filosofía” del pacto social se mantendrá y promocionará constantemente puesto que lo esencial es el concepto y la práctica de la conciliación de clases, ni siquiera a título de “alianza de clases”, sino de una subordinación di recta y permanente de los trabajadores a un sistema donde lo central es la explotación del hombre por el hombre.

Agustín Tosco, 10/03/1974 

La muerte de un compañero nunca se entiende. Y comienza el problema cuando la desesperanza del desentendimiento, la rabia de la frustración comienzan a ser bronca amontonada en contra de la moral. La moral, esa cosa que no existe pero que hay que tener bien en alto. Hoy mataron a un compañero. Lo mato la burocracia, con la misma impunidad que la triple A mató ya a tantos compañeros. Con la misma impunidad y las mismas convicciones, parece ser. Y con las mismas convicciones. Con las mismas ganas de llevarse por delante los cuerpos que los aplastan discursivamente en su genuina voz opositora a este imperio inmundo del capital sobre el trabajo, del dinero sobre lo humano. Con lo poco que tenemos de humano, se nos llevan a los que hacen fuerza para este lado!

Hoy asesinaron a un compañero. Mariano se llamaba. Pero no importa que se llamaba Mariano. Se podría llamar Pedro, Miguel, Alberto, Enrique. Ese muerto que hoy salió en los diarios podía tener tu nombre o el mío. El de algún compañero tuyo o mío. Hoy asesinaron a un compañero. Y eso no se perdona. Eso no se deja en la mano de los mismos que encarcelan pobres y liberan policías asesinos de pobres. O la lucha popular se los lleva puestos, o ellos se van a llevar puestos a la lucha popular.


Hoy la burocracia, una de las burocracias sindicales del país, decidió que era un buen día para asesinar a alguien que los jodiera. Hoy asesinaron a un compañero, un compañero que podría haber sido cualquiera de nosotros. Cada vez que matan a un compañero, matan un poco de cada uno de nosotros. Y ahí estamos.

Dejamos que maten a los compañeros y que cada día nos maten un poco más a cada uno de nosotros. Dejamos que el éxito de la fragmentación neoliberal (evolución del modo capitalista) nos atraviese cada centímetro del cuerpo. Y allí pensamos desde “donde estamos”. Desde ese centímetro cuadrado que abarca nuestra conciencia, en donde no cabe más que un pequeño grupo de habitúes y espacios, que nos serían naturales y únicos, pero a la vez inabarcables, imposibles de trascender. Y antes de soñar, por acto reflejo salen las limitaciones que nos inventamos y por miedo al dinero nos creemos.

Hoy el dinero mató a un trabajador. Hoy la avanzada del capital sobre el trabajo de los ’90 se cobró la vida de un compañero más. La tercerización de funciones antes socializadas a función del Estado, es decir, la puesta en funcionamiento de bienes sociales en sentido de la renta privada, es decir 2, la distribución del patrimonio en manos públicas a manos empresariales, se llevó otra vida.

Estamos jodidos, pero nunca es tarde para despertarse con ilusiones, creyendo que la vida recién empieza. Y la vida es una excusa para la muerte. En la medida que por sobre las vidas está el dinero (por sobre el capital está el trabajo), la vida no solo es una excusa, sino un estorbo. Para dejar de dejarnos morir hay que darle sentido a la muerte, que no es lo mismo que entregar la vida por cualquier cosa, sino dotarla, en tanto camino hacia la muerte, de un sentido distinto al sentido que se le está dando.

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