domingo, 20 de junio de 2010

Contra el fetiche de la verdad

Si hubiera que poner un título a esta serie de incoherencias sería este mismo, para qué inentar llegar a algo distinto. Los dueños de la verdad están ahí para ofrecernos su monopolio a cambio de aceptación de la justificación que se haya intentado dar a ese proceso antes abierto; justificación que se construye desde la verdad o bien hacia la verdad; desde su imposición como verdad a conseguir en la creación de andamiaje que nos trae como resultado a ella misma, o como necesidad de borrar bifurcaciones en el camino que trae a su revelación.

La verdad ha sido, a lo largo de la historia, la gran ganadora de todas las disputas habidas. Nada más indiscutible que la misma verdad, por eso nos atrae tanto. Queremos un poco de verdad, cómo no vamos a intentar escribir una página en la historia gracias a la verdad... aunque sea un pequeño párrafo en donde diga “fulano de tal, dueño de la verdad 3853461 del año 1964, recuérdese tras su muerte y ríndasele homenaje”.

¿Qué hay detrás de la búsqueda de la verdad sino un fetiche? Y no se habla de la búsqueda por la identidad, auténticas luchas que merecen el aplauso de todos los identificados. Ni siquiera se trata de la búsqueda de la no-omisión de las explicaciones olvidadas por las grandes verdades, otra gran causa a la que aquí se adhiere.

Dicho de otra manera, para haber verdad más bien tiene que haber mentira, y ambas se componen de la misma materia de la que está hecha la salud de las conciencias. “No hay momento más mentiroso que el de la creación de la verdad”, dijo Nietzche según Foucault, de manera más o menos similar, quizá en otro contexto y en realidad intentanto otorgar un significado completamente distinto al que aquí, por propia torpeza y no por maniobras de tintes maquiavélicos, quisimos intentar. Sin embargo las historias del ying y el yang no son parte de esta breve composición sobre la verdad, que cosa más apática que la comodidad de aceptar el oximorón de la intentona posmoderna.

Se entiende que no es tan simpática esta postura, no se está llamando a imitaciones, simplemente es una manera de buscar llegar a la confusión sin tener ni siquiera un centímetro de verdad o mentira para salir de ella; aunque no se llegue a tal propósito y la finalización de esta serie de palabras con poca vitalidad incluya de su parte una inobjetable razón de hallar el modo resolutivo de este pequeño acertijo mal predicado, a pesar del esfuerzo (vago, claramente) que se ha hecho por contra-persuadirlo. Porque es bastante molesto para los que apenas terminamos de nacier llegar al mundo y encontrarlo dominado por las verdades, todas ellas construidas en su mayoría por gente poco amable que ni siquiera se ha molestado en darle una buena presentación, darle algo de brillo propio. Y allí unos pocos desviados la encontramos apática e insuficiente, aunque de hecho es probable que mañana mismo se me encuentre desayunando verdades sin objetar siquiera el paso del tiempo, habiendo olvidado el último intento por desnaturalizar una pequeña porción impuesta de autoflajelo-violencia-poder-dominación naturalizada en el seno mismo de las tratativas por la propia reproducción.

Espero que a nadie le haya interesado toda esta gran farsa, de otra manera me siento obligado a decirle que lo han estafado.