lunes, 1 de noviembre de 2010

"Feinmann el bueno" vs. "partido obrero"

El debate “Feinmann – PO”

Vuelve la discusión con nivel! Para usted, lector político progresista o de izquierda, o ya de derecha, que extraña las épocas de Miliband-Poulantzas, de Foucault vs. marxistas ortodoxos, de Althusser vs. PC Francés, de Santucho y Montoneros, o, por qué no, de marxistas y bakuninistas!!

Algo anacrónico para después de la muerte de Nestor Kirchner, pero he dado con esto recién hoy, y quisiera entregarlo para quien se quiera entretener, usted, que forma parte de ese selecto grupo de 3 personas que leen el blog y no me lo dice cuando me cruza o me pone comentarios sin decirme su nombre sin ponerme un poco de aceite en el cerebro para hacerlo funcionar.

A lo que nos atañe. Todos conocerán a Feinmann, alias "Feinmann el bueno", Secretario de Dispositivos de Información para la ultra-izquierda kirchnerista, es decir, el que arma el discurso para que los críticos de izquierda se queden o se sumen al movimiento. Del otro lado, un tal "Damián" del Partido Obrero. Del Partido Obrero. Y eso.

Feinmann, contratapa del diario Página/12 del Domingo 24/10:

Sobre el uso político de los muertos

Hace un par de días, un brillante politólogo norteamericano (que conduce un programa de televisión) discutía con tres demócratas –ningún republicano había aceptado ir al programa– la política del presidente Obama. Se decían cosas duras: “Los (norte)americanos somos un pueblo de idiotas y tenemos lo que merecemos, y tal vez más”. “Este gobierno ha hecho muy poco de lo que se esperaba de él.” “Los republicanos, lo sabemos, son basura o peor que eso: torturadores.” Aquí, Bill Maher, el mítico conductor del programa, les propone una reflexión a sus invitados. Dice que está de acuerdo con todo lo que se ha dicho. Pero que desea rescatar dos frases. Una, sobre Obama: “Ha hecho muy poco de lo que se esperaba de él”. Y otra sobre los republicanos: “Son basura o peor que eso: torturadores”. De esas dos frases –ya que las elecciones están cercanas– quiere sacar una conclusión: “No es lo mismo alguien que te decepciona que un enemigo mortal”.

Hubo siempre en la Argentina una izquierda que desconoció está verdad. La Proclama que el ERP lanza ante la llegada de Cámpora al poder es reveladora: como Cámpora no hará la Reforma Agraria, no expropiará a las empresas monopólicas ni disolverá el poder de las Fuerzas Armadas, Cámpora es tan burgués como Lanusse. Al ERP no le importaban las coyunturas políticas. No había política, no podía haberla. El enemigo era todo aquello que no era el ERP. Todo lo que no era el ERP era el poder burgués. ¿Para qué prestar atención a las coyunturas políticas si todas eran expresión de las negociaciones de la burguesía en su lucha por la mayor tajada de la torta capitalista? Así, el ERP ataca la guarnición militar de Azul pocos días antes de la reunión de los diputados peronistas con Perón, entregándole a Perón todos los motivos para demonizar a los jóvenes al acusarlos de ese hecho y, prácticamente ante las cámaras de televisión, condenarlos a muerte. El 24 de marzo de 1976, con las masas en reflujo, los profesionales y los intelectuales en desbande, aterrorizados todos ante la magnitud asesina de lo que se cernía sobre el país, Roberto Santucho lanza la primera proclama de enfrentamiento al régimen: “¡Argentinos, a las armas!”. Desconocía por completo la realidad del país. A eso lo había llevado el desdén por los matices en la política. Todo era el Poder. Todo era un enorme bloque reaccionario y represivo al que se le daba ese nombre: “el Poder”. O “el Estado burgués”.

Ahora ha sido asesinado el joven Mariano Ferreyra. Lo mataron las patotas de la Unión Ferroviaria. Durante días y días los medios masivos de comunicación (que dan forma a la conciencia de los receptores de sus mensajes) se habían indignado por el corte de las vías del Ferrocarril Roca. Respondían a sus verdaderos intereses patronales. Siempre están del lado de los patrones. Ergo, los obreros no pueden andar por ahí cortando vías, cortando calles o avenidas. Hay que terminar con ese piqueterismo pendenciero que este Gobierno ha tolerado hasta extremos inauditos. Debe imperar la ley. La ley no la imponen los piquetes. No la imponen los militantes huelguistas. La imponen los aparatos burocráticos por medio de los cuales se lleva a cabo la violencia legal del Estado. El Estado monopoliza la violencia. Todo aquel que la ejerce por su cuenta debe ser repudiado, encarcelado. Sobre todo si se trata de esos malditos “zurdos” de siempre.

Aquí, la patota sindical se siente autorizada. Porque ella se sabe parte del Estado, del poder sindical, una herramienta suya que se aplica en circunstancias violentas. “Si los zurdos joden, aquí estamos nosotros”. En 1975, en Villa Constitución, una ejemplar huelga obrera de cariz socialista (que rechazó indignada un operativo miliciano montonero que quiso meterse en esa historia que no le pertenecía y los rajaron a los palos y a las puteadas) fue bestialmente reprimida por la acción conjunta de la Triple A y las huestes de Lorenzo Miguel. Se sentían parte del poder, lo eran. Pero esta patota, la que asesinó a Mariano Ferreyra, no es parte del poder, ni mucho menos del Estado. Ha sido, en principio, enardecida por los medios que hoy se rasgan las vestiduras por la muerte del joven militante del PO. Luego pertenece a un sector de los ferroviarios. De esos sectores que deben ser urgentemente depurados. Pero, ¿alguien cree que esa depuración es fácil? ¿Alguien cree que la van a realizar los que hoy le tiran el cadáver al Gobierno, como Eduardo Duhalde, por ejemplo? Duhalde es la antidepuración del Aparato. Porque es el Aparato. De Narváez es el Aparato. Y los demás son oportunistas.

El joven Mariano Ferreyra, si militaba en el PO lo hacía porque tenía la certeza de que todo es el Poder. Que no hay matices. Que no hay con quién dialogar. Que este Gobierno, que se propuso desde su inicio no reprimir, que fue brutalmente criticado por toda la clase media, por el alguna vez célebre Ingeniero Blumberg y sus velitas, al que se le pidió una y otra vez gatillo fácil, pena de muerte (recuérdese a casi toda la farándula clamando por la pena de muerte), no es lo mismo que el que lo sucederá si es derrotado. Supongamos, compañeros del PO (aunque ustedes no me quieran como compañero, pero no me importa: para mí ustedes tienen ideas e ideales, son jóvenes, pelean contra lo que creen injusto, y están –es mi opinión– equivocados porque no han aprendido a ver los matices, las diferenciaciones fundamentales entre las políticas burguesas que llevan en sí la muerte y las que no, no entienden que hoy, aun si ustedes llegaran al poder, no podrían hacer otra cosa que “capitalismo”, “políticas burguesas” o saldrían brutalmente expulsados en dos días a lo sumo), supongamos, decía, que este Gobierno (al que ustedes engloban bajo el omnicomprensivo concepto de “el Poder” con todo lo demás que existe) fuera derrotado en las próximas elecciones. Permítanme decirles algo: lo que va a venir no va a ser lo mismo. Salvo que Uds. todavía crean –como creía el Che en su Mensaje a la Tricontinental– que hay que hacer la guerra total porque, de este modo, acudiendo a la teoría de la hecatombe, la acción del enemigo “se hará más bestial todavía, pero se notarán los signos del decaimiento que asoma”. No, dudo que crean en eso. Pero sí incurren en la interpretación totalizadora del campo enemigo: todos son lo mismo. Y no es así. Sin duda, hay cosas de este Gobierno que –como a muchos de nosotros que no vamos a permitir que lo “erosionen”, frase de un dirigente rural– no les gustan o los han decepcionado. Recuerden ese consejo de oro: no es lo mismo alguien que te decepciona que un enemigo mortal. Por decirlo claro, lo que sigue a esto es un enemigo mortal. Lo que tenemos es un gobierno que posiblemente nos haya decepcionado y nos decepcione, pero ante el cual se pueden plantear libremente las causas de esas decepciones. El que diga que a Mariano Ferreyra lo mató el Gobierno es un torpe. Es un politólogo de cuarta categoría y un dirigente falaz. Pero está enunciando una de las tantas “verdades” que se han arrojado al ruedo ante la muerte de Mariano. Presenciamos la obscena utilización política del cadáver de un joven de 23 años. No nos sorprendemos. Este cadáver era esperado. Demasiado se jactaba el Gobierno de no haber reprimido. De no tener muertos en su gestión. Se acabó. Ahora lo tiene: es Mariano Ferreyra. Nadie pensará en él. Todos buscarán utilizarlo. Algunos ganarán posiciones en la política nacional. Otros no. Pero el que no ganará nada, el que perdió para siempre es Mariano. Porque él está muerto. Porque lo mató una patota impune a la que habrá que castigar de inmediato. Estas cosas no pueden repetirse. Cuando alguien muere, morimos todos. Cuando alguien muere, todas las vidas están en peligro. Cuando alguien muere es porque se ha devaluado el valor de la vida. La muerte empieza a adueñarse de la escena. Y el resto –desdichadamente– lo conocemos bien.

Si desconfían de mis habilidades para copiar y pegar un texto de la internet, aquí tienen el link http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-155610-2010-10-24.html

Del otro lado, Damián, del Partido Obrero:

EXCLUSIVO DE INTERNET

Feinmann

El domingo 24 de octubre de 2010, en el diario "Página/12" José Pablo Feinmann publicó un artículo titulado "Sobre el uso político de los muertos". Dicho artículo es una provocación escandalosa, así como también una declaración (aunque el autor no lo reconozca) del fracaso de las posiciones esgrimidas por defensores del nacionalismo popular.

Desde el primer momento y mediante citas José P. Feinmann construye la idea de que lo existente es lo beneficioso debido a que la alternativa es "peor" para todos. En este sentido su inicio de análisis ya lo encuentra fijando una posición "No es lo mismo alguien que te decepciona que un enemigo mortal". Es decir, sabemos que nos van a joder pero unos menos que los otros. Sería necesario conocer qué significa para el autor una decepción, cuando él proviene históricamente de las filas de los nacionalismos que se han caracterizado por decepcionar, más de una vez, entregando a sus "mejores muchachos" a ese "enemigo mortal". En lugar de concluir que los populistas (o progres) y los neoliberales conllevan a los trabajadores de las decepciones a los asesinatos, Feinmann nos recomienda aceptar la decepción como alternativa a lo mortal. Pero Mariano Ferreyra es lo mortal que debería decepcionarlo definitivamente de sus expectativas en los Kirchner.

Para justificar las conclusiones del asesinato de Mariano Ferreyra, J.P. Feinmann se remonta a la historia y toma como hecho el asalto al cuartel de Azul en manos del ERP en 1975 y dice, "...el ERP ataca la guarnición militar de Azul pocos días antes de la reunión de los diputados peronistas con Perón, entregándole a Perón todos los motivos para demonizar a los jóvenes al acusarlos de ese hecho y, prácticamente ante las cámaras de televisión, condenarlos a muerte." Es decir que Feinmann, en tres renglones reconstruye la idea conceptual de "la teoría de los dos demonios", porque 34 años después del golpe de 1976 se sabe qué significó "condenarlos a muerte" después del peronismo del 74/75 y porque responsabiliza de dicha acción no a quién la hace efectiva, Perón al "demonizar a los jóvenes...", sino al ERP.

Maliciosamente habla de Santucho y su convocatoria a las armas en un momento en que "...las masas (estaban) en reflujo, los profesionales y los intelectuales en desbande, aterrorizados todos ante la magnitud asesina de lo que se cernía sobre el país" y que por esa razón la propuesta de resistir era "desconocer la realidad del país". Resulta entonces que lo que se debería haber hecho, no implicaba el sugerir la resistencia armada a un golpe de Estado armado, sino aceptar esa pasividad ciudadana. En este sentido es paradigmático que el autor considere que una organización deba supeditarse a todo lo que el contexto histórico le delimita, de ser así el PO no debería haber apoyado el reclamo de los trabajadores tercerizados porque no habrían de ingresar a planta permanente, o por caso tampoco habría que exigir el edificio único en Sociales ya que la partida presupuestaria para educación ya estaba decidida. Sucede que Feinmann no hace la crítica sobre los modos de resistencia al golpe sino que en base a lo posible-real (pagar deuda con reservas o con aumento de impuestos, pero pagar en definitiva) considera que es necesario elegir "el menos mortal".

El autor debería profundizar cuando dice que, "Aquí, la patota sindical se siente autorizada. Porque ella se sabe parte del Estado, del poder sindical, una herramienta suya que se aplica en circunstancias violentas." ¿Por qué la patota sindical se siente autorizada? ¿Acaso no será por el acto político de Moyano, apañado -con la presencia- del matrimonio Kirchner? ¿O será, por caso, la reivindicación de CFK sobre la historia (es decir, de las acciones concretas) de la Juventud Sindical Peronista?
Si esa patota sindical se siente autorizada porque se sabe parte del Estado, ¿quién la ha hecho parte? Y cuando hablamos del Estado ya no hablamos de gobierno (Kirchner o no Kirchner), sino que hablamos de una institución social que trasciende al gobierno, por lo que los hoy opositores a los K, al igual que los K, se identifican (aunque no le guste a Feinmann) en ser los sostenedores de las patotas sindicales, las cuales con su método pretenden disciplinar al movimiento obrero por un lado y presentarse como fuerzas garantistas del orden para las patronales, por el otro. En este sentido la oposición y los K resultan ser un contubernio garantista de las relaciones sociales de explotación, a pesar de la filosofía de Feinmann.

Mención a parte merece el siguiente comentario:

"El joven Mariano Ferreyra, si militaba en el PO lo hacía porque tenía la certeza de que todo es el Poder. Que no hay matices. Que no hay con quién dialogar." (Subrayado mío)

Esto de "si militaba" pretende volver la mirada sobre el asesinado y no sobre los asesinos a quiénes Feinmann les dedica menos de cinco renglones, "...esta patota, la que asesinó a Mariano Ferreyra, no es parte del poder, ni mucho menos del Estado".
El compañero se vuelve cuestionado en un doble sentido, en primer lugar se cuestiona su efectiva acción militante al ponerse en duda si militaba; Feinmann, desde acá te confirmo que Mariano Ferreyra militaba y no lo hace más porque las patotas sindicales lo mataron.

Pero el cuestionamiento continua porque le pretende alegar una militancia en base a un error conceptual, lo que Feinmann llama "...la certeza de que todo es Poder. Que no hay matices." Es decir que militar en el PO implica conceptualizar erróneamente y perder de vista los matices de la política. Se cuestiona a Mariano y se cuestiona al PO.

Es necesario hacer una pequeña mención ante la frase en la que Feinmann ironiza en que con este gobierno, diría el PO, "...no hay con quién dialogar." Yo le pregunto señor intelectual, con programa televisivo propio y espacio ilimitado de escritura en diarios, ¿ha dialogado la Presidente con la familia de Mariano Ferreyra y con la organización política a la que él pertenecía? Quizás, por ser usted filósofo, no esté al tanto de una respuesta "tan terrenal" por lo que le informo que no ha existido ninguna reunión para "dialogar" a pesar del asesinato y de la movilización masiva de más de 50.000 personas el pasado 21 de octubre en capital federal.

El final de la nota de Feinmann resulta soberanamente una declaración de derrota y miseria filosófica. En primer lugar porque el autor le declara al PO que "...no entienden que hoy, aun si ustedes llegaran al poder, no podrían hacer otra cosa que "capitalismo", "políticas burguesas" o saldrían brutalmente expulsados en dos días a lo sumo". Es decir, que de llegar al poder es inevitable conceder políticas al capital porque el capital se impone. De este modo vale aceptarlas porque sino, nos expulsarían. Y si nos expulsan sería terrible porque vendría algo peor.

Me pregunto que sería eso denominado como "lo peor" si para que no expulsen al gobierno del Poder ese gobierno debe ceder a quién lo presiona. En definitiva el razonamiento entrecruzado de Feinmann, saca a la luz dos cuestiones: por un lado elimina todos los matices sobre el Poder, porque lo presenta como una fuerza monolítica que tuerce políticas. En conclusión, no es el PO quién no ve matices sino el propio Feinmann. Por el otro es la mejor declaración que evidencia el cambio de agenda del gobierno, pasando de una pretendida agenda nacional y popular a una de tiente neo-liberal. ¿No son acaso los K que de repudiar ante el mundo al FMI y los usureros, pagan sin que les tiemble el pulso con reservas del BCRA y la Anses a esos usureros?; ¿no son los K quiénes se abrazan con los burócratas sindicales mientras hablan de libertad sindical pero los delegados genuinos del subte son ignorados?; ¿no es el mismo gobierno que habla de derechos humanos pero tienen más presos y procesados populares que juicios contra genocidas y además cuenta con dos desaparecidos: Jorge J. López y el pibe Arruga?; ¿no es acaso el gobierno que se jacta de un gran presupuesto educativo pero debe ceder nueva partida porque la lucha estudiantil universitaria triunfa sobre las políticas desgastantes e impone una reivindicación de hace más de diez años, como el caso de Ciencias Sociales? Feinmann, es el gobierno nacional el que cede ante los "poderes" mencionados y lo hace, a pesar de que usted lo defienda.

En definitiva, Feinmann si tanto le interesa el campo popular y la defensa de la vida, las fuerzas sociales que se movilizaron frente al cobarde asesinato de Mariano Ferreyra deberían darle confianza y renovadas fuerzas para reconocer en las mismas la posibilidad de que sean estas aquellas capaces de lograr esa "renovación de fuerzas y formas de acción" que usted dice que no lo hará Duhalde porque "Duhalde es la antidepuración del Aparato". Desde acá le digo que tampoco lo harán los Kirchner, que se abrazan con el "Aparato", como lo han evidenciado.

http://po.org.ar/articulo/po1152051/feinmann



Por si estamos distraidos, las dos opiniones son producto de las necesidades del proyecto que las contiene, no olvidemos. Pero la nota de Feinmann, parece ser una justificación hecha por encargo. Del otro lado una contestación que se hace un festín con las distracciones desgraciadas mal acomodadas por el filosofo oficialista.

Que parece que da lo mismo que los EE.UU. sigan apostando a la invasión militar-genocida en Irak por hacerse de unos cuantos barriles de petroleo: faltaría un mea culpa por lado de Feinmann pero está claro que no hace falta si su discurso no está dirigido más que a sus simpatizantes (el mensaje se legitima desde el momento 0 del enunciado, la ilusión de la autocrítica viene por solo evocar la palabra "error", "impedimentos" o similares) (aclaro que la RAE ya ha autorizado el uso de la palabra "solo" sin acento), que se reproduce constantemente la mentira (convertida a estas alturas en falacia) de que este gobierno no ha reprimido (porque ante cada situación se particulariza lo que en realidad es una decisión política: tenemos ejemplos más o menos cercanos, como Kraft, la represión a los trabajadores del Casino, por nombrar ejemplos bien capitalinos más allá de los terrenos feudales del interior).

Que parece que da lo mismo un gobierno que ha implementado algo como la asignación universal que uno que plantea subsidios a la renta empresarial (bueno, "aún más subsidios que los actuales a la renta empresarial" en realidad).

No, verdaderamente no conduce a nada lo que pueda opinar en este momento, nada más quería dejar esas dos notas así que así cerraremos. La muerte de Kirchner obliga a hablar de otras cosas. Hasta luego.

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