domingo, 12 de septiembre de 2010

Es mentira que todo está perdido. Es mentira que esto es verdad.




Los cuerpos son como compañeros de orquesta que salen en serie: ahora informatizados, en dos o tres palabras se puede decir a lo que todos y cada uno de ellos se encuentra motivado a cumplir. Hay espacios prácticamente para todo menos para una cosa no tan menor: la subversión. Es lo que está atorado en las mentes de algunos como canal de provisorio almacenamiento. No hay lugar para cualquier cosa que signifique un mínimo desafio; más bien el paradigma de la fragmentación crea formas de normalización que otorgan al sentido de la subversión el carácter de autocensurables.
Esto tampoco sirve de nada: toda vez que reproduce los elementos del párrafo anterior no es más que una guía de inútiles contradicciones por externar una perspectiva internamente odiada. Una terapia de relajamiento para retomar la rutina que crea formas que la misma banda horaria que ella no ocupa igualmente está reglamentada por y para ella, para la eficiencia de los momentos indeseables pero obligatorios.
Es mentira que todo está perdido, sólo habría que buscar una o dos estrategias distintas de movilización, sólo que inicialmente sería amontonamiento; pero en el esfuerzo de la estrategia pocos pierden sus mañas y así se sigue intentando iluminar cuando ni siquiera se tienen lamparitas, suponiendo que la luz no es un artificio maldito que los últimos 5 siglos impusieron a los adueñados para creer que la vida tiene sentido. Por eso es mentira que esto es verdad, porque ni siquiera es un buen ejercicio cartesiano y porque en el caso de que lo fuera sería absolutamente condenable: que peor que creer que es válido señalar desde una práctica monológica de esencia masturbatoria!