lunes, 30 de julio de 2012

Instrucciones y lista de temas para pasar un atardecer pequeño burgués en algún destino exótico.


Hipsters abstenerse

Primero que nada, en todo momento hay que acordarse de la profundidad del alma y formular respuestas que se creen originales a las grandes cuestiones de la vida, los cómo, los para qué, los dónde y cuándo. Y meditar sobre su pasado: escenas de la niñez, amistades, familia, amores rotos, amores por venir, amores que no fueron, cariños que ya no están y aquellos con quienes les gustaría estar pasando este momento. Ellos no están ni van a estar aunque se sientan ahí y por momentos uno les esté hablando, pero a no inquietarse: para cuando termine su atardecer usted estará pensando más bien en buscar una porción de papas fritas que otra cosa. Intentaremos pasar por todas las emociones y soledades que sólo un pequeño burgués puede darse el lujo de interponerse creyendo que está atravesando en un punto crucial de las reflexiones que hacen a su personalidad y que cree que sus hallazgos personales son imprescindibles para la historia del mundo.



Se necesitará de un lapso de unas dos o tres horas, ya que es fundamental presenciar toda la transición de la luz del día al recientemente nacido anochecer. Asumo que al que no le guste el rock en general todo esto no le va a gustar, así que mis disculpas.

En primer lugar, hay que llegar sin objetivos o con un objetivo vago. Leer, o no sé, hacer dibujos, contar ovejas, da lo mismo, porque la cuestión era saltarse a la música “como sin querer”. Es muy importante no “forzar” las canciones, tiene que ser intuitivo. Así funcionó está tarde. Hay que procurar mantener pasajes musicales no demasiado introspecdeprimentes. Por ejemplo, Radiohead, aunque sea una banda de cabecera. Cuando estemos por ahí tirados viendo que el sol se va, salimos, nos metemos en esto.


Como pequeños-burgueses, creemos tener conciencia de clase por venir de un país tercer mundista: nos creemos igualmente oprimidos a los ojos del primer mundo que todos aquellos que verdaderamente la pasan mal (y deberían darnos una patada en el culo por permitirnos esto. Así y todo hay una cuota de verdad: la peña burguesía del tercer mundo es indigente a comparación de la pequeña burguesía del primer mundo; sin generalizar demasiado, so pena de olvidar que la conciencia internacionalista del capital viene aggiornando clases globalmente: el pequeño burgués latinoamericano está mucho más cerca del pequeño burgués yanki más que de su compatriota vecino de un guetto. Vamos con algo simple, ante una imagen semi-desierta que nos recuerda a un Mollo gritón con unos solos de guitarra bastante épicos. A no preocuparse que el rock nacional se termina rápido, las penas son de nosotros, las vaquitas son ajenas.

No es que uno sea hipster (los odio con toda mi alma), pero el rock argentino tampoco da para la pavada para estas cosas, lo digo honestamente como buen apenas-adulto pequeño burgués estamos completamente adentro de la música anglosajona. Pero es un “tampoco la pavada” que no debiera ser: los músicos intelectuales de los '70 que estaban pasando por una fase de maduración fueron secuestrados, exiliados, desaparecidos o muertos, salvo contadas excepciones. La consolidación de la democracia neoliberal en los '80 trajo una bola de música esperanzadora horrible que se justificaba en “lo nacional”, heredando cínicamente la premisa de la dictadura al declarar la guerra a los ingleses por Malvinas en 1982 y prohibir la música anglosajona en la radio. La creatividad, la ambición sonora, el talento, la sensibilidad por la emoción musical fueron asesinadas y en su lugar nos quedaron cosas como Alejandro Lerner, Miguel Mateos Zas y Viudas e Hijas... no es por desmerecerlos, pero la Argentina previa a la dictadura era un caldo de cultivo de talentos que nunca llegaron a ser. Incluso, vamos, el primer disco de Soda Stereo es una porquería, la novia de Cerati tiene bícep, por favor. Excepciones siempre las hay: Los Redondos (grabando un disco inspirado en la revolución rusa cuando todavía no era cool andar con la banderita de la revolución), Sumo (un grupo delirante haciendo cosas que nadie entendía ni entiende hoy -me incluyo-, por eso es bueno), V8 (“Luchando por el Metal, 1983, toda una crítica a la hipocresía hippie del momento expresada geniunamente desde músicos que venían de las clases populares). Y para decir algo políticamente incorrectísimo, Los Abuelos de la Nada entran en esa primera bola de porquerías, no por falta de talento sino porque le cantaban a marineros bengalíes, a esperar novias en la nieve. Bueno, Spinetta es un mundo aparte que no logro descifrar como me cae, su etapa ochentosa me parece poco grata, como la de Charly García, pero estamos hablando de San Martín y Belgrano, por decir algo.




De toda esta bola de cosas empezaron a salir un montón de solistas infumables, verdaderamente infumables, como Lito Nebbia, Jairo, Victor Heredia y un largo etcetera. Con todo respeto, la música es buena cuando pasa el examen de la historia. “Los Delirios del Mariscal” de Crucis se puede escuchar hoy y es impresionante; Victor Heredia le pone muchas ganas con su voz (y vibrato) pero no es algo así que uno diga “-insertar expresión deseada-”. De esta licuadira de energía “nacional” salió también Fito Paez, a veces sobrevaluado cuando otras cosas que hizo tan bien no se les cuentan. Pero que las hay las hay. En su primer época ya se olía que había algo distinto, “Del '63”, con Kennedy a la cabeza, tres agujas. Si, huelen distinto y no a gargajo nacional-esperanza. Y no nos olvidemos del atardecer. Estamos viendo el atardecer con una visión privilegiada de un destino exótico. Y el vídeo ese con el tipo (Fito) corriendo en un cementerio y diciendo que se quiso escapar a otra ciudad (como nosotros en este momento) pero que no le sirvió de nada está fenomenal: porque estaba bajo la misma piel en un mismo lugar y en la misma ceremonia. El hijo de puta le pegó con una sensibilidad increíble a un punto crucial, no por eso poco universalisable (en el sentido de sentirse identificado -“esta canción es para mi”-). Fito tiene talento, no se puede negar. Imagínese, ahí parado en la cima de la nada al lado de un montón de rocas. Que va, es una de las mejores canciones que dio el rock en general.

En mi caso, el sol se estaba poniendo del otro lado, esto quiere decir que apenas empecé. Empecé a espaldas de él. Está muy bien este “pifie” inicial, sea por idiotez o qué, se puede estar muy a gusto sin darse cuenta de eso. Cuando nos demos vuelta vamos a ver al sol poniéndose y va a estar bastante más... campeón, por decir algo poco coloquial. Si estaba bien, ahora está mejor. Estar en una posición flexible ayuda, tirado pero no acostado, como para que las ideas salgan pero no se duerman. Apoyar las manos en el suelo para sostener el cuerpo ayuda a mantener una tensión corporal mínima que puede garantizar no dormirse. Y ahí cuando nos damos cuenta que el sol se está poniendo y salen todas luces bonitas, que está soleado pero con algunas nubes blancas justo en la puesta del sol para que nuestra alma pequeño-burguesa sienta que está inmensamente llena, o vacía, da lo mismo. Siendo que el sol entonces andaba así...


… parecía un momento adecuado para ponerse algo “loco”, como que hable del sol y dragones, una canción épica. Para ser honestos, lo que Fito nos daba eran preguntas más bien de tintes románticos disfrazadas de problemas de identidad (empezarse preguntando por uno mismo cuando en realidad oculta allí frustraciones o vaya a saber qué amorosas). Es momento de cambiar el aire, pasar a otras emociones, no estancarse. Y el cambio es radical. Siguen 22 minutos para meterse adentro de cualquier cosa que se quiera, como si el sol estuviera bailando adentro de las nubes, una asistencia mágica de Román en una final, el suicidio de Nicos Poulantzas o 1917. O todo junto al mismo tiempo. Nosotros (estoy asumiendo que esto es compartido, pero claro que no: queda mejor para la estética del texto) también andamos por ahí en un festín de colores. En los '70, cuando lo tenían que hacer, se lo hacían bien completa. Esta canción no ha pasado desapercibida, pero por su duración y pasajes instrumentales, complejos, no es algo así que digamos un “hit”. Yes, “Gates of Delirium”. Asumo que, como buenos pequeños-burgueses que somos, manejamos el inglés más o menos como para comprender lo que dicen algunos pasajes de la letra, y los que no los entendemos, inventarle algo acorde a lo que creemos que quedaría bien que diga. 40 años después resulta increíble que la música que llenaba estadios era la más compleja. Festejamos (enbuenahora) la llegada del punk como una patada en el culo a esa música que hacía culto a la élite instrumentista, pero nos olvidamos de la función de McLaren en los Sex Pistols (casi un director de Marketing) y de que bien poco duró el punk como movimiento genuino: pocos años pasaron para que la new wave se lo comiera y salga una mezcla bochornosa de teclados con efecto “string”, redoblantes con mucho eco y ese tipo de porquerías. En un abrir y cerrar de ojos habíamos perdido un contenido musical y lírico contestatario a su medida (un solo de guitarra de Robert Fripp pega mucho más que alguien -respetable por lo que siguió- que dice “debería irme o quedarme”). Estamos ante un proceso de síntesis dialéctica: el rock progresivo generó como respuesta su negación, el punk. Una negación que duró muy poco y que nos devolvió toda una bola de mierda en los '80 (acaso el bien enterrado glam-rock y sus intrincados-horrendos solos de guitarra no eran ultra técnicos y llenaban estadios en los '80?). Peor aún, estos seres rockprogresivos mucho más respetables que los hippies genéricos residuales (por favor, vergüenza histórica del progresismo) tenían relaciones con la droga, pero a todas luces habían aprendido de aquellas experiencias. A ese uso recreativo de la droga lo siguió el uso autodestructivo del punk, original también. Y eso fue sucedido, salve dios, por una orgía de cocaína de saco y corbata con un discurso que hace quedar a Lady Gaga como la sucesora de Foucault. Venga entonces, 22 minutos de orgasmo progresivo, una banda inspiradísima en un momento pico de su carrera, Yes nos lleva a “las puertas del delirio”. Para qué este tema? Que se yo. Dijimos que queríamos pasar por bastantes emociones. La historia nos lleva, pero más nos está llevando el sol que se va. Si Yes no nos hicieran pasar tal cosa en 22 minutos, a los 3 estaríamos ya pensando en qué vamos a cenar. La sucesión de solos de guitarra punzantes de Steve Howe y ese momento de alucinación donde parece que todo va a explotar y se resuelve en un ya hiper-épico riff de teclado de Patrick Moraz (ja, no fue Wakeman quien grabó Relayer!) hacen del mundo un lugar más justo. Me cuesta pensar en una resolución más épica de un pasaje musical. Es un instante de gloria. Y no por eso dejamos de estar relajados. Ya dijimos que íbamos a obviar a Radiohead, así que podemos tener un poco de esperanza.



Nos quedamos en los '70, la época dorada de los temas épicos y largos, pero también una época dorada de la inspiración musical, como muchos olvidan. Desd Rush a King Crimson, desde Emerson Like & Palmer al primer Genesis. De Zeppelin a Black Sabbath (no vamos a hablar de heavy metal). Estos ejemplos que estamos poniendo tienen una calidad de sonido que le hacen la competencia a cualquier cosa, hay que asegurarse de tener unos auriculares medianamente decentes (como buenos pequeños burgueses imagino que es una obviedad esta aclaración). Gustavo Santaolalla se había armado una banda de mierda con canciones maricas(1) llamada “Arco Iris”. Una mierda atómica para hippies que se creen originales y en realidad se meten en la filosofía que hizo nacer a la clase burguesa (cuando eran parias marginales) que por un tipo de prácticas económicas precisas terminó haciendo caer al modo de producción feudal. Y ahí están los hippies, apartándose con sus artesanías, creyéndose originales. Lamentablemente en el idioma del imperio suena mucho más aguerrido, “Rainbow”, mucho mejor, y ahí va: un puazo de Ritchie Blackmore en su Fender Strattocaster basta para que Santaolalla se quede de culo mirando al cielo y se dedique, ahora si, a la noble tarea de producir discazos (Soda Stereo, Canción Animal; Divididos, La era de la Boludez), muy lejos de ese hippismo. Este arcoiris británico llega a un punto elevadísimo cuando Cozy Powell le empieza a pegar a la batería como para destrozarla y Blackmore sale a la cancha con un riff magistral, de los que no pasan dos veces en la historia (y el mismo tipo hizo en chan chan chan de “Humo en el Agua” -existe una gran versión del artista argentino “Teto” Medina-). Tony Carey en los teclados no se queda atrás a pesar de ser la figura de menos peso. Y que decir de su majestad, Ronnie James Dio (en la gloria descansando) conjugando algo que pocos cantantes pueden: poder técnico y sensibilidad. Y entre todo esto, parece que llega el tiempo de irse. La idea es que se piensa “bueno, este tema y me voy”, pero uno se cruza con canciones que hacen que el tiempo no pase, o que pase muy rápido. Por lo menos, está pasando diferente. Y vamos a algo diferente




El sol ya está rojo. No se puede seguir más con los '70, hace falta otro aire fresco, como ese que nos está rozando la piel y nos indica que el clima es inmejorable. Vamos a bajar la complejidad musical un poco y adelantarnos unos 30 años en la historia. Doves es una gran banda de rock, inglesa. Para colmo de lo inglés (las dos canciones anteriores venían del mismo imperio), se pueden tirar un pedo y va a sonar bonito. Esta gente se dio el lujo de arrancar su primer disco (Lost Souls, 2000) con este tema instrumental, Firesuite. Nada demasiado especial en abstracto (nunca, nada especial! Como diría el Indio), acordes sencillos pasados por trémolos y una voz con delay que cada tanto dice “hello”. Lo sorprendente es la habilidad para mezclar texturas sonoras. Ojo! Tampoco por ser lameculos del imperio: En Argentina Los Redondos y Soda Stereo ya estaban sonando mucho mejor que mucho mainstream internacional desde 1993. El ahora mito de Patricio Rey, de la mano de un Indio quisquilloso por el sonido y y la investigación sonora, Skay con una creatividad y exquisitez implacable, desde la época de “Lobo suelto, cordero atado” suenan de una manera que parece haber sido grabado ayer (por ejemplo, con mucho más dinero, Badmotorfinger de Soundgarden -discazo- tiene un sonido más pobre). Lo mismo para Soda con su Dynamo. De todas formas la elección fue otra, Doves. Y acertada. Una simple combinación de sonidos. Con eso les basta.



Cambiamos de imperio por unos minutos. Vamos al que despojó al anterior. Quién no haya visto este video, está a punto de encontrarse con el momento más exquisito de la historia del Nü Metal. Si, he dicho Nü Metal, género tan bastardeado por algunos de los “trues” de la música. Deftones no le servía demasiado a MTV, siempre haciéndose de una sutileza musical pocas veces vistas (no para el nü metal sino para la música en general). Veamos, Linkin Park tenía la fórmula perfecta para hacer hits (nos guste o no, la tenían), Korn se esmeraba en crear sonidos indescifrablemente mainstream al calor del sufrimiento infantil, Limp Bizkit hacía millones vendiendo -un exquisito- chocolate. Pero en Deftones cantaba un gordito, eran una banda de gorditos, para gorditos. Incubus tenía un funk exquisito de muy alto nível radiable y encima las abdominales de Brandon hacen mojar a las niñas. Pero no, los de Deftones son gorditos. Y ahí es donde parecen más sinceros. Mil bandas de nu metal posteriores hicieron una burda imitación de ellos sin pegarle una oreja a sus discos(azos). No es casualidad que le hayan puesto “Minerva” a esta canción. La diosa de la inspiración. Resuelven con dos acordes (en realidad 3, Re, Sol y Mi menor) una especie de oda nu metal a Pink Floyd. Vaya que se inspiró el Chino Moreno en esa melodía donde le choca una tercera menor a una banda que está tocando el acorde en modo mayor. Como con Fito Paez, basta con recordar el video para sentirse parte de la historia. “Dios los bendiga a todos por las canciones que nos dieron” dice el estribillo. Original para una banda de metal, no? Mas aún, para los que critican al Nü Metal de llorón. O no es así, o Deftones es algo de otra galaxia. El sol se va poniendo adelante nuestro y si sentimos un pequeño consquilleo en el estomago al mismo tiempo que calma de pensamientos, estamos aún preparados para seguir, algo más.



Ya estamos en el cielo. El sol casi no está, se llevó una parte de nosotros. Se empiezan a ver las estrellas. No hay momento más indicado para darse cuenta que en toda esta bola de onanismo filosófico uno no es más que una persona sentada mirando como se pone el sol. Si Deftones le agradece a alguien por sus canciones, uno de esos alguien sin duda son estos muchachos. Seguimos con el imperio yanki y para colmo de perfecciones pequeño-burguesas, este grupo se llama “no más fé” (Faith No More). “Soy solamente un hombre, que cierra los ojos para poder ver mejor las estrellas”, que nunca las vamos a poder alcanzar. Eso nos dice que hace Mike Patton, uno de los mejores cantantes, de la historia, de la música, acompañado por una banda de la ostia. Nos liberamos de la culpa de un onanismo peligroso para entrar en el campo de la reflexión sobre las propias limitaciones. Muy buen momento para frenar la omnipotencia y ver como este simpático estadounidense le termina ganando un impresionante duelo vocal a todo un coro de mujeres. El llamado “fin de la historia” no es tal, pero pareciera ser que el “posmodernismo” tampoco es tal, sino una etiqueta que se estiró demasiado. Lo cual nos deja de cara al cielo, la ingeniosa mezcla de elementos que realiza Faith No More con Just a Man es sencillamente estupenda. Grandes coros, reflexiones sobre la vida, bajo y batería llevando un pulso magistral y un tecladista de los que mejor se sabe expresar en el rock. Si el mundo no tiene sentido no importa. Podremos no tener más fé, pero tenemos a Faith No More, je.



Y estamos solos, mirando un atardecer, probablemente la mejor postal que tengamos en nuestra vida. Estamos en la cima, somos los reyes. Por qué usar este tema para cerrar un album que se llama, justamente “Rey por un día, tonto para el resto de la vida”? (King for a day, fool for a lifetime, 1995). Las coincidecias son increíbles. Y ya está. Se fue el sol. También se fueron los '90, donde creíamos ser reyes del mundo carnalizando con los Estados Unidos y terminamos en la miseria de por vida. El sol se fue, se murió. Volvimos a ser tontos, nuestro reinado de la paz se terminó con el último grito de Patton humillando a esas señoritas del coro. Pero no hace falta caer bajo.



Se terminó nuestra tarde entonces, ya es de noche: tampoco podemos alargarlo mucho, hay que saber manejar los momentos. Como hay que saber manejarlos, vamos con algo que nos de ganas de pararnos y movernos. No todo tiempo pasado fue mejor, o bien, no todo tiempo presente es necesariamente peor que el pasado. Con la épica del ridículo, hiriendo a los hipsters puristas, Muse cerró su album “Black Holes and Revelations” (2008) -agujeros negros y revelaciones!! no será mucho?? no- con una canción fantástica, como se puso ahí, épica hasta el ridículo, un video con cowboys robots del futuro en un paisaje como el de esta tarde, árido, rocoso. Pase lo que pase, todo aquel que ame la música debería estar orgulloso de Muse. Han llegado a llenar varias veces el estadio Wembley y la canción favorita de sus fans se llama “Citizen Erased” (Ciudadano eliminado), dura casi 8 minutos y pasa por varios pasajes, es rock progresivo como el disco que lo contiene (Origin of Symmetry, 2002). Que no contentos con eso, terminan por hacer los que se le canta la gana, para el odio de sus enemigos. Que el sencillo “Survival” elegido para los Juegos Olímpicos 2012 es esperanzador o muestra de que los comió el sistema? La verdad que no tengo idea, pero siendo que se la ingeniaron para meter una canción poco standart con un final a puro riff y guitarras épicas (que no son originales para Muse) en medio de tamaño evento... por favor, respeto por estos muchachos.
Y hace falta aclarar que somos gente progresista? No se olviden que en el alma del pequeño-burgués reside una cuota de culpa judeo cristiana que nos lleva a ciertas inclinaciones políticas con las que tratamos de solucionar este complejo. Entonces, una canción progresista, por si fuera poco. Entre estos cowboys robots del futuro, Bellamy (genio de las guitarras, pianos y voces) grita “no gastes tu tiempo o el tiempo te gastará a ti”, “cómo puede ser que ganemos cuando los tontos son los reyes?”. Claro que no son marxistas revolucionarios ni le cantan a la lucha de clases, sin embargo se las ingenian para sonar en todas las radios cantando cosas como “no nos van a controlar, seremos victoriosos” (Uprising), “la rebelión llegará pronto, debes cambiar el mundo y usar esta chance” (Butterflies and Hurricanes), “Destruye a tus líderes, destruye a la demonocracia” (Assasin), por estúpidas que a nuestros creídos-de-haber-pasado-por-todo oídos les parezca: estos tipos suenan en las radios de todo el mundo y no es joda. No son Rage Against The Machine en este sentido (caso único de mezcla de masividad y militancia revolucionaria) pero convengamos que rapeando la mesa está más servida. Y así preparamos la despedida.



Hemos vuelto al imperio original del rock con Muse, y seguimos ahí un poco más. Ya estamos caminando, aprontando la salida imaginaria. Una guitarra acústica y ciertos pasajes dignos de Pink Floyd nos están siendo regalados por esta banda maltratada por la historia que los clasificó de “brit-pop”. Tales of endurance partes 4, 5 y 6, como si existieran primeras 3 partes. Supergrass se hizo conocido por cantar que estaba todo bien (Alright, 1995), pero en este disco (Road to Rouen, 2005) ya estaban bastante más en otra. Ya lo estaban desde su tercer disco (Supergrass, 1999). Y aquí le decimos adiós a las rocas con forma de poronga que vi hoy. Ha sido una gran tarde.


EPÍLOGO



Hace falta volver, a no ser que estemos parando al costado de estas rocas, hay que regresar a “casa” o donde sea. Toda la música que pusimos acá es rock. Y hay que creer que esto no es la excepción. Como buen pequeño-burgués argentino, voy a despedirnos con el genio argentino del rock progresivo. Astor Piazzolla. Por si no se leyó bien, “el genio argentino del rock progresivo”. El y Charly García, no hace falta buscar caras ocultas demasiado bajo la alfombra de un pasado que no fue. Si claro, tenemos a Crucis, por ejemplo, algo magnifico. Pero en estos dos (con Charly hablamos no solo de él sino de esa gloria en forma de cuarteto que se llamaba Serú Girán) se esconde el secreto del buen gusto de la música argentina, más rica de lo que podemos llegar a apreciar (no se ofenda por no ir más allá del rock). Y otra vez, puse rock progresivo, si. Astor Piazzolla. Hizo rock progresivo antes de que tal cosa existiera.

El sol murió hace rato y es tiempo de la nostalgia. Buenos Aires está mucho más lejos de lo que nunca estuvo jamás para mi. Y Argentina, eso de lo que tanto renegamos pero donde al final nos sentimos más o menos acobijados (tampoco la pavada, eh), la cultura gataflora que tanto nos lastima (pero nos gusta). El país que lo tiene todo a pesar de haber perdido mucho. Si Brasil es el país de la alegría, Argentina es el país del ego en sudamérica. Como dice la canción, “hoy somos todos gente del pasado, y la lucineta es que nadie quiere volver a ser como antes, no!” (Scaramanzia, Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota)


Fin



Notas
(1) Perdón, no es en absoluto por homofobia ya que es un concepto mucho más amplio, parece ser una palabra atinadísima para esto. En todo caso, se recomienda ver el capitulo de South Park donde los niñitos empiezan a movilizarse para que a los motoqueros que hacen ruidos terribles y poses de macho se les llame así (somos pequeño burgueses, nos gusta mucho South Park)


teló

hoy día decir que el culo está hecho para enajenar mierda sería faltar a la realidad, sino fíjense ese que canta ay se eu ti pego