jueves, 20 de enero de 2011

El cerebro y su burocracia

Dícese de un caracol algo que va muy lento, muy muy lento, de una manera casi poética. El caracol también, si uno ve su coraza, tiene una suerte de círculo concéntrico caracólico, o dígame usted lector cómo se le dice, que ya se me hace pesado ponerle un nombre y usted con su habitual petulancia tiene la respuesta que aquí no aparece.
En fin, creo que habíamos empezado con algo así de que el caracol va poéticamente lento, y además el caracol mirado de costado, su coraza, tiene un círculo que anda sobre si mismo, que vuelve a andar cerca de sus caminos, y si no se ubican bien le preguntan a los zapatistas que lo saben explicar mucho mejor que este pobre infeliz, burguesito con blog dándoselas de informatodo/1967.
Puff, en que íbamos?, que los caracoles tienen algo que algunas mentes reproducen, ¿y qué? ¿Eso es fortuna? Es una desgracia con suerte. El presente está siempre hipotecado, vuelvo siempre sobre lo mismo, cada vez con más cargas y más certezas, pero con dudas nuevas, se va y se vuelve, se entra y se sale, se avanza y se retrocede, un poco como que se marea tanta confusión, pero no pierda de vista, señor, el dibujo del caracol. Un caracol es un bicho de esos inofensivos que hasta yo, bichofóbico, me animo a agarrar con la mano, porque es una cosa así que no hace nada, nada más va para adelante, bien lento, bien lento. Pobre caracol!.
Lo caracolezco, esta cosa poética del camino que se hace sin linealidades, al margen del mainstream progresista, del desarrollo único, del positivismo idiota, le queda fenómeno a los zapatistas, porque son un pueblo que lucha y entrega su vida, y encima el sub marcos tiene una lengua imposible de no rendirse ante ella. Pero he aquí, pensamiento caracol sumado a pensamiento depresivo, mama mia, que facciamo!!
Dijimos que los zapatistas, evidentemente, han leído a Michael Foucault, un marxista mal entendido. Y entonces corrieron con una gran ventaja, la no ortodoxia, el horizontalismo y todas esas cosas que a uno le gustaría que en nuestras propias experiencias se encuentren a la vuelta de la esquina. Tampoco que el zapatismo es extensible al mundo y sus alrededores, basta con pensar que son unos miles de indígenas que empezaron a ocupar tierras periféricas en Lacandona, un lugar ya de por si periférico en México y que un buen día dijeron “ya basta” y todo eso de las declaraciones. Claro que para eso se tardaron unas dos o tres décadas, pero que sentido tiene, vaya y cómprese un libro si le interesa, menuda falta de educación la de usted exigiendo que en estas líneas se explique el zapatismo. Pasemos a lo siguiente.

En otro orden de cosas, este mundo está solo, abandonado, con su vida en sus propias manos, pero justo cuando lo dejaron solito… de otra manera por lo menos con las manos le hubiera pegado un buen viaje a alguien, pero Dios, sabemos, obra de manera misteriosas. Este mundo, porquería de invención, chatarra de vaya a saber que buda, dios, big Bang o matusalen, es cada vez más una caricatura de si mismo. Se siente solo pero en vez de salirse de esa galaxia llena de viejos conocidos de tantos millones de años, se queda, inmóvil, imaginándose todos los otros mundos que por allí podría conocer, con los cuales mezclarse. Mundo, astrónomo infortunado, vale lo mismo, si de repente me dicen que este pobre tarado astrónomo infortunado es un mundo diría que Claro, como si cada uno de los otros con otras profesiones, algunos igual de errantes, no lo fueran en si mismos.



PD: Es el capitalismo, idiota!

2 comentarios:

  1. sos un tarado Nicolás.

    En el haber: un gato gordo con labio leporino
    En el debe: cada centímetro que caminaste

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