lunes, 13 de diciembre de 2010

Gorilas afeitados*

Clase criminal y clase criminalizada

No hizo falta levantar mucho la vista para observar cuestiones que son simples pero muchas veces están escondidas abajo de una alfombra, una alfombra que se llama rutina, opresión, naturalización, mimetización. El Indoamericano (I-Indoamericano) se presentó como un zoológico de incertidumbres para la clase media. “¿qué hacer con ellos?” preguntose la clase media, deseosa de opinar y opinar como si estuviera a su alcance manejar las cuerdas de un títere, y como si del otro lado hubiera, justamente, títeres, lo cual serían cosas con morfología similar (humana) pero necesitadas de control remoto, un control remoto que justamente la moral de la clase media se predispone (en los espacios “progresistas”) a pensar como maniobrar. “Les damos terrenos?” “Les damos comida?”. Fue más fácil olvidarlo: se resolvió con un cerco de soldados de su moral, separando la humanidad de los cuerpos configurados como humanos pero que son como otra cosa. El racismo se reproduce en estos intentos de negación de racismo. Un fenómeno de las últimas décadas, el progresismo se volvió un movimiento de derechas y parece que no se han enterado porque la bola de smog que los contenía los llevó a enamorarse de su propia mugre y después a hacer de su propia mugre la bandera de la gestión cool con conciencia, y después a olvidarse de la conciencia para ser una gestión cool, igual que los mismos que ellos dicen que no son.
Dijimos que el progresismo, en los 2010, se volvió racista. No, claramente no, no todos se han vuelto racistas ni mucho menos; por supuesto que hay excepciones, estudios de una universidad muy respetada han afirmado que este nivel de racismo escondido baja a medida que el racista en potencia disfruta de oler sus flatulencias. Pero volvamos al racismo modelo 2010, que nos preocupa sólo un poco. No se trata de un racismo de odio, está claro que no. Pero es racismo. No es racismo en el sentido que realmente cree en su superioridad. Pero es racismo. Es racismo porque esa supuesta tolerancia (en donde tolerancia no es lo mismo que entendimiento, ni mucho menos diálogo y todavía menos experiencias compartidas) en realidad es un fetiche. Un fetiche que exotiza y cree pintoresco lo morocho, morocho en el sentido material de lo morocho. Otra vez, es un fetiche. La nueva práctica de racismo es un límite fundamental a los límites de lo Nac & Pop '10, un límite que explica por qué prácticamente no nace (entre muchos otros aspectos, claro). Porque, otra vez, no se fundamenta en una práctica de vida compartida, en la formación de una experiencia que se encuentre más allá del fetiche observador. La doble moral de la clase media no es mi descubrimiento, es algo bastante viejo (tampoco es un descubrimiento propio lo que acá se dice, más bien todo lo contrario), pero nunca deja de alimentar el cinismo de la realidad. La doble moral está inscripta en un juego dialéctico entre discursos y prácticas que son cada vez más contradictorias. Los progresistas de clase media acomodada allí tienen sus esclavos. Sus limpiadoras de casas, y sus servicios que no están dispuestos a dejar. Lo problemático en si no es la delegación, es la modalidad. El razonamiento básico es que “x tiempo de MI cuerpo no vale por tal esfuerzo”, lo cual lleva a buscar alguien cuyo tiempo sea valorado inferior. Es decir, que el esfuerzo corporal de esa otra persona valga menos que el propio es condición fundamental para la delegación. Ese a quien se le delega es el fetiche también.

Quería en realidad decir otras dos cosas que se mezclan con esto. Vimos dos policías (agencias de represión física a amenazas contra la circulación de capital), la Metropolitana y la Federal actuando en consonancia. Una con conciencia de clase (capitalista, claro), la Metropolitana. Vale reconocer la honestidad del Pro, atrás de todos sus mamarrachos que no hacen más que poner al descubierto su inaptitud, corrupción y peligrosidad para manejar funciones públicas, atrás de todo eso, se puede ver su honestidad, porque ellos tienen conciencia de clase, saben de la lucha de clases y quieren que gane la suya. Sabemos donde están, están ahí para golpearlos y hacerlos lo más mínimos posibles, eso está claro. Pero puede que sea más peligroso lo otro, que son gorilas afeitados. A qué órdenes responde la Policía Federal?

*metáfora del querido Besancón, que probablemente nunca lea esto

1 comentario:

  1. Como siempre todo termina de manera abrupta porque me aburro de lo que escribo

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